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Cuando escuchamos COVID-19 por primera vez nadie era
consciente de que aquel nombre quedaría grabado en nuestra memoria –tal vez–
para siempre. Escribo esta entrada desde el confinamiento, concepto que
tampoco olvidaremos fácilmente, y mi intención con él es elevar la libertad con
la que contábamos, y de la que no éramos del todo conscientes, siempre
mascullando palabras de desagrado hacia todo en general, quejándonos; al alba, al
abandonar el domicilio, en el vehículo, en el autobús, en la universidad, en nuestro
lugar de trabajo, por la tarde, al anochecer… Los que sí están dándonos una
lección son los más pequeños, los adolescentes… Aquellos que a pesar de contar
con más rebeldía están cumpliendo la reclusión formalmente.
He decidido titular esta entrada de tal forma porque ahora es cuando percibo lo inmensamente feliz que era antes de las crisis sanitaria. Cuando éramos felices teníamos la oportunidad de contemplar un Santiago Bernabéu de bote en bote para ver jugar a un equipo blanco que, aunque en ocasiones podía fallar, casi siempre hacía espectáculo.
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Donde la sonrisa cómplice con el aficionado de al lado, al meter un gol el Madrid, no tenía precio. Y donde podíamos abrazarnos o hasta darnos un beso tras la consecución de la victoria. Puede que lo que relato sea algo accesorio, sin mayor importancia, pero es lo que más echo de menos: ver jugar a mi equipo. También echo de menos a mis amigos, aquellos con los que comer una pizza o un bocata en el lugar más anodino puede convertirse en la mejor experiencia.
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Todo va a ir bien, incluso creo que la sociedad –posiblemente–
ahora esté más unida. Todos habremos pasado por el confinamiento una vez que
las cosas vuelvan a la normalidad. Pero esto tiene que hacernos pensar que no
es de Perogrullo alentar a los demás a disfrutar cada instante, a valorar la
libertad que –por desgracia– no existe en cualquier lugar, a hermanarnos y a
ser solidarios porque no tiene únicamente que ser una postura válida en
escenarios tan complicados como el actual sino que debería siempre prevalecer.
¿Qué haréis una vez acabe esto? Yo he decidido ir a ver a mi Madrid porque
pienso mantener las mismas costumbres pero no volver a cometer los mismos
errores. Y me siento afortunado por ello.
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Buenas Pablo!! Visualizando tu blog no me ha podido parecer más bonita y emocionante esta entrada, debido a la situación que estamos viviendo. Nos ha caído a todos como un jarro de agua fría, todo lo llevamos de la mejor manera. De lo que podemos estar seguros y seguras es que de esto que nos ha tocado vivir vamos a aprender y que a partir de ahora saber valorar las cosas que antes veíamos insignificantes. ¡¡¡Saldremos de esto!!
ResponderEliminarGracias Desirée por visitar y comentar mi blog. Estoy de acuerdo contigo. A partir de ahora valoraremos las cosas mucho más que antes.
Eliminar¡Hola Pablo! Me parece una entrada muy emocionante sobre todo por el momento en el que los encontramos. Cuando todo acabe estoy segura de que nadie será la misma persona ya que disfrutaremos más de cada momento y de las personas que no podemos tener cerca en estos difíciles días. Debemos mantener la mente positiva y alegrarnos de la unión social que estamos formando, además de analizar la fortaleza con la que estamos afrontando esta dura situación. Tampoco debemos olvidar el gran respiro que le estamos dando a la naturaleza y el mundo animal. ¡Juntos podemos con todo!
ResponderEliminar¡Un abrazo! Seguiré leyéndote :)
Gracias por comentar Rocío. Ya queda un día menos para salir de esta pesadilla.
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