En esta ocasión, he decidido
analizar este cortometraje porque describe a la perfección lo que es el
prejuicio hacia alguien que no solo no está haciendo nada malo sino que, al
mismo tiempo, descubre al espectador una conducta pacífica y hasta llena de
generosidad. Bien, el corto animado nos traslada a una estación de tren
cualquiera –prácticamente vacía– donde una mujer de avanzada edad pretende
extraer de un dispensador de comida rápida un pequeño paquete de galletas de
chocolate. ¡Lo consigue! No sin emplear cierto ingenio; así que se apresura
para llegar a un banco de madera que descansa al pie de la vía, con tal de
esperar a que llegue el tren. Distraída, echa mano del aperitivo, ojea el
periódico, y sorprendida contempla cómo un joven punki también decide agarrar
una galleta de las que hay depositadas sobre el asiento. No es harto complicado
prever lo que ha sucedido, pero lo descubriremos a continuación.
Al apercibirse, la anciana, sin ocultar su enfado, se dirige al adolescente para que ceje en su comportamiento. Un adolescente que, sin preocupación alguna, al encontrarse con los auriculares puestos, tampoco le da importancia al hecho. Sigue comiendo. Incluso, ante la rabia de la mujer, decide compartir la última galleta, dándole el trozo más grande. Ella, indignada, destroza la mitad de la galleta que ha recibido y es cuando llega el tren. Se marcha, con mucho fastidio. Y no es hasta que –ocupado el asiento– el empleado recoge su billete cuando todo cobra sentido: en el bolso hay un paquete de galletas idéntico al que había sobre el banco, sin abrir. La señora, habiéndose despistado, no cayó en la cuenta de que el joven punki no había pretendido ser grosero, simplemente no reparó en el asunto. Y así es el final del filme, la protagonista intentado disculparse con el chico desde la ventana y este abandonando el lugar sin reparar en nada de lo ocurrido.
La lectura que podemos obtener de la cinta es que –posiblemente– solemos prejuzgar, aun cuando la culpa –por llamarlo de algún modo– está en nuestra mirada. Pudo ser un despiste, pero en ninguna ocasión, la anciana, piensa en que, en realidad, las galletas ni siquiera las ha sacado del bolso, que la galleta que ha cogido, y ha engullido, voraz, pertenece al adolescente al que no duda en achacar una conducta falta de civismo. Deberíamos ser más conscientes de que –en la mayor parte de los casos– todo tiene su explicación. Y que no debemos partir de una creencia ya preconstituida donde el desconocido se trate de un maleante. SNACK ATTACK es un corto de animación donde no solo las apariencias engañan, también destaca la paz y la generosidad con la que un adolescente debe lidiar con una suspicaz anciana que –no nos engañemos– tampoco es mala, pero sí algo despistada.
Foto obtenida de Pixabay |
pablito porque tengo una espada de maincra
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