Hola a todos y a todas. Esta semana me ha tocado desempeñar por segunda vez el rol de Crítico.
Foto obtenida de Pixabay |
Se conoce como pin parental o
veto parental a una política educativa que permite que los padres puedan
decidir si sus hijos acceden o no a ciertas actividades extraescolares —en
particular las relacionadas con cuestiones sobre identidad de género, feminismo
o diversidad sexual— en el caso de que consideren que atentan contra la
conciencia o intimidad del menor. Tal resolución fue planteada por el partido
político VOX e implantada por el gobierno del Partido Popular y Ciudadanos en
Murcia en septiembre de 2.019. En el futuro, se pretende expandir esta fórmula
a comunidades como Andalucía y Madrid. Según los datos, algo más de la mitad de
la población con derecho a voto está de acuerdo con introducir esta medida en
toda España, cuando, en nuestra opinión, la mayor parte de esas actividades
pueden ser de gran beneficio para educar en tolerancia al menor.
El profesorado, por lo general,
no se encuentra muy cómodo con este pin puesto que significa poner en duda la
profesionalidad del docente si no la del centro escolar donde se imparte la
actividad. Existen filtros o medidas de sobra en cada centro, en lo que
respecta a la fiabilidad o no del educador, como para ahora imponer un pin o
veto que otorga un poder a los padres que va a emplearse —sin duda— de modo
equivocado. Ya de por sí el docente ha perdido autoridad como para que ahora
desde la política mermen aún más esa potestad. Estamos de acuerdo en que cada
familia tiene sus peculiaridades, y que la educación que debe prestarse al
menor incumbe también a ésta, pero se debería volver a confiar en el
profesorado de forma que no siga disminuyendo esa autoridad o confianza que
siempre se tuvo en él, en el maestro. No, no nos parece una buena idea el pin
parental, y menos su expansión.
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