Crítico 3.0
Hola a todos y todas. Por tercera vez me ha tocado desempeñar el rol de crítico.
La pandemia del coronavirus,
además de atacar con ferocidad a una población como la de nuestros mayores, al
mismo tiempo, ha descubierto tragedias como las que publicaran los periódicos
en cuanto a las residencias de ancianos. Los equipos de la UME que se desplegaron
para hacer frente al coronavirus –aquel enemigo invisible– descubrieron con
tristeza cómo en algunos casos la persona mayor había fallecido dentro de su
propia habitación, sola y –en apariencia– abandonada a su suerte. Los mismos
responsables de los geriátricos afirman que dada la situación de
excepcionalidad se vieron obligados a cumplir el protocolo establecido que no
era otro que sellar el lugar tras la muerte del anciano y aguardar la llegada
de los servicios funerarios. Unos servicios que se han visto colapsados –en
lugares concretos– por la avalancha de muertes.
Huelga decir que los héroes de
los servicios de urgencia apenas pudieron dar abasto con la ingente cantidad de
enfermos por el virus. Se trata de algo trágico, pues, del mismo modo, dada la
contingencia, los propios familiares, por precaución, debieron permanecer lejos
de sus seres queridos. En mi opinión, la crisis del coronavirus era difícil de
rechazar. Pocos países estaban preparados para algo así. Incluso una Alemania
previsora también se ha visto luego en problemas. Aunque, volviendo al tema que
da título a esta crítica, sería recomendable estar preparados para futuras
pandemias con tal de que la parte de población más débil o vulnerable, tal como
nuestros ancianos, no vuelva a verse en algo así. Posiblemente, la
responsabilidad de esto no deba recaer sobre nadie en concreto (en gran medida,
ha sido un caos), pero sí que no vuelva a pasar.
Y antes de concluir, no puedo
evitar mencionar que, en muchas ocasiones, el peor de los males para este
sector de la población es la soledad. Siendo optimistas, por lo general, el
anciano suele estar bien cuidado. Son muchos profesionales, además de las
propias familias, los que velan por ello. Pero existe un concepto que se hace
llamar soledad subjetiva. A pesar de estar acompañadas, las personas mayores
llegan a sentirse solas o desplazadas. Hecho que puede deberse al sentimiento o
sensación de ya no ser útiles o productivas, y al deber u obligación de ocupar una
gran porción de tiempo. Por lo que considero que deberían emplearse ideas y/o
medios para evitar esto. Se trata de una etapa que casi todos vamos a recorrer
por lo que es necesario educar en lo que respecta a atravesar este recorrido
del modo más placentero posible porque la senectud no debería ser un mal sino
un período de recompensa por todo lo aportado.
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