jueves, 7 de mayo de 2020

Crítico 3.0

Hola a todos y todas. Por tercera vez me ha tocado desempeñar el rol de crítico.




Foto obtenida de Pixaba


La pandemia del coronavirus, además de atacar con ferocidad a una población como la de nuestros mayores, al mismo tiempo, ha descubierto tragedias como las que publicaran los periódicos en cuanto a las residencias de ancianos. Los equipos de la UME que se desplegaron para hacer frente al coronavirus –aquel enemigo invisible– descubrieron con tristeza cómo en algunos casos la persona mayor había fallecido dentro de su propia habitación, sola y –en apariencia– abandonada a su suerte. Los mismos responsables de los geriátricos afirman que dada la situación de excepcionalidad se vieron obligados a cumplir el protocolo establecido que no era otro que sellar el lugar tras la muerte del anciano y aguardar la llegada de los servicios funerarios. Unos servicios que se han visto colapsados –en lugares concretos– por la avalancha de muertes.

Huelga decir que los héroes de los servicios de urgencia apenas pudieron dar abasto con la ingente cantidad de enfermos por el virus. Se trata de algo trágico, pues, del mismo modo, dada la contingencia, los propios familiares, por precaución, debieron permanecer lejos de sus seres queridos. En mi opinión, la crisis del coronavirus era difícil de rechazar. Pocos países estaban preparados para algo así. Incluso una Alemania previsora también se ha visto luego en problemas. Aunque, volviendo al tema que da título a esta crítica, sería recomendable estar preparados para futuras pandemias con tal de que la parte de población más débil o vulnerable, tal como nuestros ancianos, no vuelva a verse en algo así. Posiblemente, la responsabilidad de esto no deba recaer sobre nadie en concreto (en gran medida, ha sido un caos), pero sí que no vuelva a pasar.

Y antes de concluir, no puedo evitar mencionar que, en muchas ocasiones, el peor de los males para este sector de la población es la soledad. Siendo optimistas, por lo general, el anciano suele estar bien cuidado. Son muchos profesionales, además de las propias familias, los que velan por ello. Pero existe un concepto que se hace llamar soledad subjetiva. A pesar de estar acompañadas, las personas mayores llegan a sentirse solas o desplazadas. Hecho que puede deberse al sentimiento o sensación de ya no ser útiles o productivas, y al deber u obligación de ocupar una gran porción de tiempo. Por lo que considero que deberían emplearse ideas y/o medios para evitar esto. Se trata de una etapa que casi todos vamos a recorrer por lo que es necesario educar en lo que respecta a atravesar este recorrido del modo más placentero posible porque la senectud no debería ser un mal sino un período de recompensa por todo lo aportado.

      
Foto obtenida de Pixabay



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