Foto tomada por Eduardo Rodríguez Caballero a mi persona en el Estadio Santiago Bernabéu situado en la Avenida de Concha Espina (Madrid, España) |
Hola a todos y a todas.
Mi nombre
es Pablo Rodríguez Caballero, y aunque tengo menos influencia en la gente que
Ron Weasley en un partido de quidditch, creo que haría un buen papel como
Educador social. Con Voldemort no gastaría ni un mal hechizo, me bastaría
hablar con él un rato para que acabara haciendo las paces con el bueno de Harry
antes –siquiera– de la tercera película.
Mi facultad no tiene nada que envidiar a Hogwarts. No me refiero con ello a que practiquemos infinidad de hechizos, tal como se hace en aquella escuela de la ficción, pero, si de magia se trata, ambos lugares reúnen similitud; de hecho, cuando no escucho el despertador por la mañana –a primera hora– salgo volando hacia el edificio, incluso sin escoba.
Por otro lado, poco antes de cumplir con mi horario, siento que podría comerme cualquier cosa sin perecer en el intento, algo que –en mi opinión– solo podría hacer un mago. Del mismo modo, hablo con todo el mundo –me considero sociable–, sin embargo, ¿quién es capaz de hablar con todo el mundo? En realidad, nadie; si acaso, de uno en uno, o a una multitud, como buen orador. A veces, en plena clase, dada la perorata, siento que me va a explotar la cabeza, lo cual es otra habilidad que poseo, aunque nunca haya llegado hasta el final: Dudo que pueda recomponerla tal como cierto alienígena de Men in Black. Y, en ocasiones, tras una broma pesada, siento que podría matar al autor de la jugarreta, pero no sería capaz, solo reservo tal hechizo mortal para el peor de los enemigos. En definitiva, me considero capaz de todo, siempre que no se trate de cantar un gol del Fútbol Club Barcelona o de hacer daño a alguien, varita mágica mediante; en ambos casos se trataría de algo desagradable. Y si algo temiera… ¡Riddikulus!
En cuanto al contenido del blog,
se abordarán diversos temas, siempre con el objetivo de que el lector obtenga
información sobre temas relacionados con la Educación Social. Igualmente, agradeceremos cualquier opinión
relativa a la propuesta de algún contenido diferente o, meramente, a la
resolución de cualquier duda puntual. El espacio creado no solo contendrá
textos, también vídeos o imágenes, siempre útiles, que ayuden a enriquecer el
lugar. Sin embargo, no podemos olvidar que la meta principal es colaborar en la
formación del espectador, como futuro Educador social, a través de la magia, y,
así, hacer más amena la labor. Tal magia, también, podrá servir al neófito que,
aunque no tenga en mente convertirse en educador, sí reúna cierta inquietud por
comprender la temática y hacer de éste un mundo mejor. La empatía será de gran
importancia. Sin más, ¡me despido! Deseoso de que naveguéis por mi blog.Mi facultad no tiene nada que envidiar a Hogwarts. No me refiero con ello a que practiquemos infinidad de hechizos, tal como se hace en aquella escuela de la ficción, pero, si de magia se trata, ambos lugares reúnen similitud; de hecho, cuando no escucho el despertador por la mañana –a primera hora– salgo volando hacia el edificio, incluso sin escoba.
Por otro lado, poco antes de cumplir con mi horario, siento que podría comerme cualquier cosa sin perecer en el intento, algo que –en mi opinión– solo podría hacer un mago. Del mismo modo, hablo con todo el mundo –me considero sociable–, sin embargo, ¿quién es capaz de hablar con todo el mundo? En realidad, nadie; si acaso, de uno en uno, o a una multitud, como buen orador. A veces, en plena clase, dada la perorata, siento que me va a explotar la cabeza, lo cual es otra habilidad que poseo, aunque nunca haya llegado hasta el final: Dudo que pueda recomponerla tal como cierto alienígena de Men in Black. Y, en ocasiones, tras una broma pesada, siento que podría matar al autor de la jugarreta, pero no sería capaz, solo reservo tal hechizo mortal para el peor de los enemigos. En definitiva, me considero capaz de todo, siempre que no se trate de cantar un gol del Fútbol Club Barcelona o de hacer daño a alguien, varita mágica mediante; en ambos casos se trataría de algo desagradable. Y si algo temiera… ¡Riddikulus!
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